La fotografía: el arte de capturar instantes

A todos nos ha pasado alguna vez. Abres un libro, observas una imagen de otra época y quedas cautivado. Durante unos segundos, miras el retrato de unos desconocidos y te haces preguntas. ¿Quiénes eran esas personas? ¿Por qué algunas sonríen y otras no? ¿Sus vidas resultaron ser como esperaban?

Todas las fotografías, tanto las de hace un siglo como las que se han tomado hoy mismo, tienen un gran poder evocador. Pueden plasmar grandes acontecimientos o detalles cotidianos. Son documentos de valor incalculable porque registran lo que suele quedar al margen de los libros de historia: los gestos, las tendencias, los edificios que algún día albergarán nuevas vidas.


La fotografía es un arte. También una ciencia, porque existe una tecnología del proceso fotográfico. Sin embargo, del mismo modo que al hablar de pintura no nos fijamos en la composición química del óleo, lo que convierte una fotografía en arte es la mirada del fotógrafo. Sobre todo, valoramos las imágenes por las emociones que despiertan en nosotros y por lo mucho que nos cuentan sin necesidad de palabras.

Como espectadores, la fotografía ofrece una ventaja: podemos admirarla tanto en una exposición como a través de una pantalla. Y, sobre todo, en el formato ideal para esta manifestación artística: un libro. Estamos tan acostumbrados a la imagen digital que a veces olvidamos que las fotos se aprecian en todos sus matices cuando se reproducen en papel de calidad. Por eso un libro de fotografía es el regalo más valioso para nuestra memoria colectiva: representa una colección de visiones artísticas que es preciso atesorar.


«Las fotografías alteran y amplían nuestras nociones de lo que merece la pena mirar y de lo que tenemos derecho a observar».   
Susan Sontag